Ayer es el jirón de un recuerdo. Antes de ayer un océano, donde navegan pedazos de olvido con detalles que se hacen espuma en un mar de ideas que, confusas, se traslapan. Un océano donde las migajas de lo que fuimos, se mezclan con fracciones de sucesos imprecisos que sobreaguan para que yo perviva.
Ahora, cuando hoy es todavía, lucho por recordar. Me han tirado un salvavidas. Uno enorme, al que han ido subiendo pedacitos de momentos, sucesos escondidos, escenas en cámara lenta, imágenes que, como estrellas fugaces, titilan un segundo y luego se esfuman. Busco dentro de mí. Me anclo a mis heridas. Son ellas las que afloran cuando busco escaparme. Ahora siempre estoy dolida.
No sé si vivo o si soy una imagen repetida. Me persigue el dolor de la ausencia. Todos se han ido. Yo también camino hacia esa línea de partida. Se difumina tu rostro. Ya tu nombre se me olvida. Mi memoria se fractura. La ansiedad me subyuga. Ya no estoy para mí. La niebla despiadada asesina mi última imagen conocida. No hay nostalgia que me invada. Un inmenso remolino me absorbe. A la inmensidad se va mi salvavidas. Estoy aquí donde ya no soy. Tú te quedaste allí donde todo se me olvida.