Esto es entre tú y yo, no lo digas a nadie:
en la vida vas a encontrar abismos y puentes,
dificultades, desesperación,
entonces escribe,
las palabras son lo único que tendrás cuando ya no haya nada.
José Zuleta Ortiz, “Lo que no fue dicho”
Y así un día, cubierto con tu armadura de letras, desenfundaste las palabras y me disparaste con una de ellas. El disparo fue tan fuerte, tan certero, que me hirió dejándome marcada. Fue una sola palabra con su propio sentido, con su sonido, con su significado.
Desde antes de la época del disparo, desde siempre, he estado en la búsqueda de lo que puede estar contenido en las palabras, del misterio que hay en cada una de ellas. Hay en todas tanta fuerza, tanto en aquella que no tiene mordaza, como en la que agazapada surge con temor a ser censurada. En la que cuestiona, en la que se origina en el cerebro y luego viaja en el aire, sin ser vista, para penetrar en los oídos como una ráfaga; en aquella que a veces queda sonando por mucho tiempo sin que logremos atraparla, en las que desafían; o en otras que no logramos reconocer puesto que parecieran dichas en diferentes idiomas. Lo mismo sucede con la palabra escrita: con la que surge del vacío para convertirse en una herida sobre el papel, con la que al mismo tiempo de herir va sanando en la medida que va expresando; con las que producen placer o dolor, halago, confianza, satisfacción. Las que nos nutren, las que ofenden, las que mienten o deprimen, así su significado nos aproxime al desastre.
Dicho lo anterior, pensé que estaba lista para unirme al desafío de un colectivo argentino que busca “poner en palabras todo aquello que se quedó como un nudo en la garganta, como una trompada en el estómago”. Así que allí estaba, buscando las palabras apropiadas, en momentos donde no afloraban las palabras. Exploraba en mi interior. Sentía que me quedaba corta. ¿Qué son las palabras cuando el sentimiento te ahoga y no te permite comprender los sonidos? ¿Qué hacer cuando hay algo que te impide poner las emociones en palabras?, pensé. Luché por encontrarlas, si no podía pronunciarlas, por lo menos podría escribirlas. Me propuse entonces perseguir las letras hasta el punto a donde tendrían que llegar si la tierra era cuadrada, seguirlas hasta el final de los mares a donde comenzarían a caer como caerían los barcos de aquellos que no sabían que la tierra era redonda. Cerré los ojos, me apresuré a buscar el filo por donde iniciarían la caída y a fantasear con zambullirme en ese abismo que debería estar pleno de letras, un alfabeto completo que me permitiría construir palabras, segura de que allí habría tantas que me sobrarían algunas, pero no fue así. Pude ver unas pocas letras con las que era imposible construir alguna cosa con sentido. Fui consciente de que el juego no está en las letras, que no es posible construir con ellas palabras que se vuelvan frases cuando el sentimiento no aflora. La tierra es redonda, otra es la realidad. Hoy, he perdido el desafío, en esta ocasión no encontré las palabras, es posible que las haya desgastado cuando olvidé que su significancia no depende siempre de un diccionario.
Gracias Maria T, tus fragmentos me acompañan cada 8 días, llenando mi alma de paz e ilusión 🌹👏😋
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¡Muy bien dicho! No significa lo mismo una palabra si se saca del contexto del que se dijo. Venimos al mundo con un diccionario lleno de páginas blancas, el cual vamos llenando a medida de que la necesidad de expresar lo que necesitamos y sentimos nos lo va requiriendo.
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Magistral. De verdad, quedé maravillada del juego de palabras y de la riqueza y misterio del lenguaje.
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María, gracias por siempre llevarnos a este mundo de estos fragmentos que nos invita a mirarnos profundamente.
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Muy cierto, disponemos de un mar de letras, y hasta de palabras, pero si no aflora el sentimiento, la inspiración, no se ponen en el orden debido para escribir algo coherente y hermoso como este fragmento
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Como dijo Gandhi, ‘somos dueños de nuestros silencios y esclavos de nuestras palabras’
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Palabras como disparos que salen llenas de vida para nutrir historias que conmueven la razón.
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Los sentimientos más sagrados difícilmente encuentran palabras para expresarlos. Muy lindo
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