Ya no importa cuantos días han pasado; los que me quedan por llegar son pocos. Estoy aquí. Contemplando el cielo raso. Pensando en que no le tengo miedo a la muerte sino al proceso previo.
¡Cómo me mentía! SÍ, con s y con i mayúsculas. Sí. Le tengo miedo a la muerte. Me atemoriza ese viaje del que no volveré. Ese viaje en el que, sola, tendré que afrontar lo que se presente. No sé cómo será, ni qué tan agobiada estaré, sin embargo, el día se acerca. Me quedaré sin mis caminatas por la playa. Duro será saber que no escucharé quién me llame Aby, ¿quién me tenderá un abrazo como los que hoy hacen que me sienta madre de cuatro, aunque solo hubiera parido dos?
Supe que había llegado mi tiempo. Sentí que el momento se aproximaba. Hace unos días comencé por atrasar el reloj unos minutos, después lo retardé unas horas, luego lo atrasé unos días y por último lo detuve. Sin embargo, el tiempo implacable, no se dejó confundir y se vino lanza en ristre contra mí: recogiendo minuteros y segunderos, recolectando micras, deshaciendo senderos. Fue así como me alcanzó de nuevo. Me acechó sin saber que, de alguna manera, le he ganado esta partida porque yo… yo ya no estoy aquí. Cuando esté cumplido el tiempo solo podrán apoderarse de mi cuerpo porque mi alma… mi alma ha volado, junto con mi ser, desde hace varios días.
Las despedidas siempre serán tristes, pero nos llevarán a recorrer otro camino, donde sé tendremos la vida eterna. Gracias María T, cada fragmento que nos compartes nos reconforta el alma.
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María muy cierto, coincido contigo en cuanto a que el temor no es a la muerte en sí, sino todo lo que antecede a ella y según las circunstancias que haya que transitar antes de ese viaje.
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Por ahora, sigamos con la convicción y la ilusión de que al final del viaje nos encontraremos con nuestros seres queridos y así ya el miedo habrá quedado en el olvido.
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Estremecedora realidad, el paso del tiempo. Un abrazo MaT, me encanta leerte.
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Ese viaje tan temido pero tan seguro para todos. Has tocado un tema que es difícil abordar siempre. La conciencia tranquila lo hará más placentero.
Muy bien Maria
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Ya hemos vivido más días de los que nos faltan. Lo describes con mucho acierto y leerte me genera nostalgia
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Si al morir llegamos a un lugar mejor, entonces MORIR es volver a VIVIR.
Que cruda y dolorosa, pero real reflexión . Un abrazo
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