Draco. A manera de elegía

El hombre abrió la puerta y dijo: “vamos niño” pero nadie se acercó. Repitió el saludo en tanto que recordaba que ya no estaba el amigo al que solía llamar, como parte de la primera actividad de la mañana; ese amigo que para nombrar hacía necesario el uso de cinco letras que, aunque se pronunciaran lentamente, obligaban a que hubiera que repetir, casi siempre, el nombre. Es que en ese caso, el abecedario no funcionaba tan fácil como cuando se está aprendiendo a leer, la M con la A: MA. Aquí La D con la R es DR por lo que pronto había que adicionar también la A. La D con la R y la A: DRA. Después, el final pronunciando el sonoro: DRACO. Draco, por dragón, era sonoro en sí mismo, especialmente cuando movía las orejas formando una fiesta contra su cabeza mientras se escuchaba el «clap, clap, clap» como quien aplaude.

Se creía el rey león. Desde una esquina de la casa, mientras cuidaba sus dominios, volteaba la mirada como suplicando que el macho alfa se acercara al caer la tarde, cuando se adentraba la noche. Desde allí le hacía  saber que, con paciencia, aguardaría a que fuera el momento en que entrara al cuarto, cerrara la puerta, bajara la cortina y apagara la luz mientras él, al avizorar un relámpago, esperaba que el trueno no lo asustara tanto como para tener que golpear la puerta pidiendo compañía.

Se fue sin saber que se iría. Si su nariz fría hubiera tenido pistas, sabría que se hizo hasta lo imposible para que se quedara.

No estoy segura de si todos los perros van al cielo, pero sé que Draco tenía un lugar reservado en sus alrededores.  Por ahora sus cenizas estarán debajo de un árbol llamado: Arequipe, como aquello que tanto le gustaba. En cambio, su esencia estará confinada a un mundo paralelo desde donde nos vigilará, esperando que nos convirtamos en esas personas que él creía que somos y desde donde, cada vez que escuche la palabra “cama”, arrastrará el camastro para acostarse a escuchar las conversaciones de su amo, como cuando percibía que aún no era la hora de ir a dormir.

Nunca fueron más vigentes las palabras de un amigo que consideraba que su perro era muy buena persona. El nuestro, en realidad era más buena persona que perro.

12 comentarios en “Draco. A manera de elegía

  1. Querida Mary, muy lindo homenaje a ese gran compañero y amigo permanente, Ya quisiéramos los humanos tener ese amor puro y la lealtad absoluta que tienen esos seres peludos que nos enseñan todo sobre el amor incondicional y la alegría de estar vivos. Bravooo!

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  2. Pingback: Draco. A manera de elegía — Fragmentos de mismidad – Priscila Novoa

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